Viviendo con prisa

El semáforo está en verde...

Divago en los eventos del día.  Primero el ensayo de la orquesta.  Estoy tan cerca del teatro que doy un rápido vistazo al espejo para rectificar que el maquillaje esté en orden.

El semáforo sigue en verde...

Más tarde tengo que ir a la escuela.  Traigo en el carro todo lo necesario? Hago una lista en mi mente: Violín, partituras, cuaderno...

Un vistazo más cuando estoy por atravesar el crucero y el semáforo cambia de amarillo a rojo.  Detengo el carro con un poco de violencia. ¿la luz verde había estado intermitente o había pasado directo al amarillo? ¿Por qué no me di cuenta? Mi mente se pone a trabajar velozmente para crear explicaciones a lo ocurrido, pero una cosa era clara:  Había estado distraída.

Este singular suceso me puso a pensar en todas esas ocasiones en que, por estar pensando a futuro, acelerando la vida, nos olvidamos de vivir el presente, y el patrón se repite con tanta frecuencia que incluso se ha convertido en cliché.  El niño que quiere ser grande, el estudiante que quiere graduarse, la amiga que no puede esperar para ser novia, la novia que no puede esperar para casarse, la esposa que no puede esperar a tener hijos.

Y no es que querer algo más sea malo, es simplemente que aveces olvidamos disfrutar a plenitud la etapa que nos toca vivir, y aunque soñar parece ser una idea excelente (y en cierta forma lo es), no debemos olvidar que lo que realmente podemos vivir y disfrutar es el momento que está transcurriendo.

No digo que sea fácil, yo me declaro culpable de estar imaginando, pensando a futuro, planeando mi vida.  Pero creo que vale la pena, de vez en cuando, poner los pies sobre la tierra, mirar alrededor, tomar una buena bocanada (...) de aire fresco y sentarte a disfrutar el momento que te toca vivir.

Al menos hay que intentarlo, no?

Gracias a Ireth Numenesse por la imagen del semáforo ñ_ñ!