sábado, marzo 08, 2008

Crónicas de un poco pensador

Después de una atareada mañana había subido a mi querido auto y me dirigía con ansiedad hacia mi casa.
Durante el trayecto vino a mi mente una vieja historia, que a continuación les contaré.
Hace algunos años, en en transcurso de un encuentro de orquestas en Tampico, conocí un joven violinista, cuyo nombre no mencionaré, que tocaba en mi misma sección.
No pasamos muchas cosas interesantes en aquella ocasión, pero, aunque la despedida fue triste, quedó un pequeño lazo de amistad, algo más de interés y un debido intercambio de direcciones de correo electrónico.
Circularon algunas cartas, un lindo regalo de cumpleaños, enviado por paquetería y promesas de volvernos a ver.
Con el paso del tiempo, y el intercambio de correos, el interés creció y después menguó, aunque no por ambas partes, debo decir. Luego de un año de cartas y recuerdos surgió un nuevo Encuentro, esta vez en el Distrito Federal, y, aunque la amistad había crecido bastante, el interés de algo más, cada vez era menos (al menos por mi parte así era)
El tiempo en el DF transcurrió pacíficamente, nuevos amigos, nuevos conocimientos, nuevos intereses, pero aquel joven violinista seguía ahí.
Un año después se repitió aquel encuentro, con los mismos amigos, mismo director, mismo joven violinista, más insistente en esta ocasión que en años pasados.
Era tanta su insistencia y, debo decirlo, sus detallas y bondadosas atenciones que se removió aquello que algunos años atrás había surgido. Pasaron algunos días agradables, más insistencia al observar un pequeño resultado, mas agrado por ambas partes, mucha indecisión hasta que, gracias a Dios, llegó la tan esperada señal para saber si aquella amistad debía pasar al siguiente paso.

Durante una charla acerca de escuelas de música en aquella entidad, le pregunté si consideraba que la Orquesta Juvenil Nacional (que es orquesta-escuela) era adecuada para que yo prosiguiera mis estudios musicales
- Yo creo que sí - respondió - para tu nivel está muy bien
- Ahh... ¿Sí? - mencioné confundida - y... ¿Cuál es mi nivel?
- Medio - contestó cortante
- y... ¿Cuál es tu nivel? - insistí
- pues alto - respondió presuntuoso
- ah... alto...-
Y ahí quedó, destruida por completo, cualquier leve posibilidad, si alguna vez existió, de que lo que fue amistad pasara a ser algo más.
Y no precisamente por que sus "capacidades sobresalientes" fueran un obstáculo para formar una relación, sino por esa actitud de superioridad, de creerse, no saberse, mejor que otra persona, sólamente por estar en un grado académico superior (lo cual, hemos visto, no prueba nada)
En conclusión, muchachos, no les sugiero que le digan a la chica que pretenden, que poseen un nivel superior al suyo. Cuando así es, por que no digo que no sea posible, se sabe y ya, no se presume ni se minimizan las capacidades de la otra persona.
Tomen mi consejo, sé de lo que hablo

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La música es pasión, es vida